El rugido provenía de las duchas, e inmediatamente pensé en alertar a mis amigos. Salí corriendo, y...

Después de un duro día con varios pinchazos, por pistas cargadas de baches y piedras, haciendo el trayecto entre el Parque Nacional de Amboseli y el de Tsavo, dejamos a nuestro escolta en las oficinas ( el gobierno provee de un escolta, a todo el que realiza ese trayecto por seguridad) y nos dirigimos al camping público en el que habíamos planificado pasar la noche. El lugar era prometedor, ya que esa noche seríamos los únicos campistas que pernoctarían alli. Nos pusimos cerca de las duchas, en el extremo opuesto a los “rangers” para estar más a nuestro aire y no tener que dar largos paseos hasta los baños. Mientras montábamos la tienda y realizábamos el mantenimiento básico del vehículo, cayó la noche, así que decidimos hacer un fuego. Ya he comentado en alguna ocasión lo sobrecogedora que es la noche, cuando estás en medio de lo salvaje. Pero si hay que hacer un fuego y no se ha cogido leña durante el día, no queda otro remedio que darse un paseo por los alrededores a buscarla. Eso sí, con mucho cuidado. En el momento que te alejas unos metros del claro en el que está el recinto de acampada comienzan a verse ojos por todas partes, por suerte la mayoría pertenecientes a los pequeños y nerviosos antílopes Dik-Dik. Pero no puede uno confiarse y dejar de estar alerta, ya que podrían hallarse de improviso unos ojos de tamaño mayor y habría que reaccionar de inmediato. Finalmente encendimos un poderoso fuego, que iluminó la zona. Cenamos y después mis acompañantes en este viaje, Fran y Musa, fueron a ducharse abandonándome junto al fuego. Pasaba el rato, fumando un cigarro, contemplando el hermoso y tenebroso árbol seco que se alzaba junto a nuestro campamento y que iluminado por el fuego parecía un espectro volando en la noche…cuando el rugido de un gato grande, que pensé que sería un leopardo, me sacó de sopetón de mis entretenidas fantasías. El rugido provenía de las duchas, e inmediatamente pensé en alertar a mis amigos. Salí corriendo, y en cuanto sobrepase el fuego y este dejo de cegarme, pude ver la linterna de Musa que corría en dirección opuesta a mi gritando – ¡¡ Dios, le tenía detrás, le he oído mear y todo,y nos hemos asustado el uno del otro!! -Su cara descompuesta probaba el hecho, desde luego - ¡ Yo estaba en el lavadero pero Fran está en las duchas! – gritó al llegar a mí. Juntos corrimos a avisar a Fran, no fuera a ser, que el leopardo hubiera corrido a esconderse dentro de ellas y se lo encontrara por sorpresa al ir a salir. ¡Fran , hay un leopardo por aquí ! ¡ cuidado no salgas de la ducha! Debimos decírselo con más cautela para no alertarlo de golpe, pero con los nervios que teníamos nos fue imposible y con el susto que le pegamos, no pudo contenerse y salió corriendo toalla en mano y medio desnudo, gritando ¡¡¡leopardo?? donde, dondeeee!. Por suerte el leopardo se debía haber asustado igual que nosotros, y salió despavorido ante tanto escándalo. Fue una escena que sin duda valió la pena presenciar. Al día siguiente, los “rangers “ nos confirmaron que nuestro inesperado intruso había sido un leopardo y aprovecharon a reírse de nosotros un buen rato, ya que además la historia no terminó aquí y se alargo más durante la noche. www.samakidivers.com

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