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Mostrando entradas de febrero, 2013

Huevos de avestruz

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Un huevo de avestruz pesa de 1,5 a 3 kilos, o sea el equivalente de 25 a 36 huevos de gallina. Por eso supone un esfuerzo asombroso para el polluelo de avestruz el romper esa cápsula tan dura a los 42 días de incubación.

Lago Manyara (Tanzania)

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Oscar Bausmann descubrió los lagos Manyara y Eiasi en 1891

Cuando un avestruz macho está enamorado, se comporta de un modo no menos notable que nosotros

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Cuando un avestruz macho está enamorado, se comporta de un modo no menos notable que nosotros, los hombres, en igual situación. Se yergue en toda su estatura, balancea las alas rítmicamente, oscilando a uno y otro lado, echa atrás la cabeza y se frota la nuca con la espalda. En dicha época del celo, su cuello y sus patas presentan un color rojo vivísimo. Para nosotros resulta cómica la actitud del ave más corpulenta del mundo, pero las hembras saben lo que con esto se da a entender y escapan jugueteando, mientras el macho las persigue con poderosas zancadas. El avestruz macho tiene una intervención mucho mayor que la de fecundar los huevos; es un auténtico padre de sus hijos. Durante la puesta, escarba un hoyo en el suelo y se introduce en él. Las hembras ponen los huevos en su pecho y el macho los hace resbalar bajo su vientre con el cuello y el pico. El avestruz macho empolla desde las últimas horas de la tarde hasta las primeras de la mañana; mucho más, por lo tanto, que la hemb

Colina de Banagi en el Serengeti

Si se nace León, no hay mejor patria que el Serengeti, en el paraje de la colina de Banagi, al norte de Seronera. La caza es abundantísima y siendo escasa el agua para los hombres, abundan en cambio los mosquitos portadores de malaria y moscas tse tse, circustancias que impidieron la colonización de este paraje en el pasado.

Si bien la fina tela de la tienda supone una barrera mental para el león, el que está dentro, puede prácticamente sentir su aliento, susurrándole tras el hombro

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Cae la noche en el Serengeti ( Tanzania) e inmediatamente la zona de acampada queda inmersa en una orquesta cuyos músicos son las aves nocturnas, monos, hienas y de más bestias que habitan la sabana. Es momento de meterse en las tiendas. No hay cosa más fascinante y excitante que acampar una noche en el corazón de África, sintiendo la vida salvaje en estado puro, como lo hacían los hombres de antaño, en tiempos menos civilizados. Uno cierra la tienda, se mete en el saco, y automáticamente se activa el envolvente Dolby Sourround de la jungla. En este momento el hombre se siente pequeño, insignificante, ajeno al tiempo y al ritmo de la sabana. La mente empieza a volar y a imaginar fuera de control y en ocasiones pueden producirse situaciones que a uno le aceleran irremediablemente el corazón, como cuando de repente resuena el atemorizador rugido de un león. No hace mucho, durante un safari en el Serengeti, nos disponíamos a dormir, cuando empezó la cotidiano espectáculo. Rompiend

Los Maasai cren en su Dios de la Montaña, que reside en el interior del volcán Ol Doinyo L´engai

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Tradicionalmente, los Maasai han sido siempre una tribu orgullosa, y se consideran así mismos el pueblo elegido de Dios. Hoy en día es habitual encontrar Maasais con nombres cristianos como Christopher, Paul o Joseph, aunque no son sus verdaderos nombres tribales, que son los que por supuesto usan entre ellos. Aunque a muchos si se les pregunta, dicen pertenecer a la religión cristiana, los Maasai cren en su Dios de la Montaña, que reside en el interior del volcán Ol Doinyo L´engai ( Monte de Dios en lengua Maasai). Y es hasta este volcán activo, situado al sur del lago Natrón, al que peregrinan para pedir a su dios, lluvias y frescos pastos para su ganado.

Nuestros nietos han de ver algún día el bellísimo e impresionante espectáculo que ofrecía el África antes

Algo se puede edificar sobre la benevolencia y el amor humanos. Pero si sobre esto pesan los portamonedas y modas femeninas, la cosa puede cambiar radicalmente. Aspiramos a que, en el vastísimo recinto del Parque Nacional, donde los hombres no pueden ganarse el pan, vivan independientes de nosotros unos cientos de miles de animales. En el Serengueti, nuestros nietos han de ver algún día el bellísimo e impresionante espectáculo que ofrecía el África antes de que los europeos introdujesen el cristianismo y la trata de esclavos, los derechos humanos y las ametralladoras, la vacuna y los automóviles. BERNHARD GRZIMEK